NATALIA GÓMEZ
No son escasos los recursos tradicionales
que se han quedado obsoletos con motivo de la llamada “revolución digital”. Por
ello, y para no desaparecer, han tenido que adaptarse y reinventarse para seguir
el ritmo de la sociedad, consecuencia lógica de cualquier evolución. Es el caso
de las bibliotecas. En ellas, la gestión de la información, los recursos
económicos y humanos, y los dispositivos utilizados se han visto sustituidos por
nuevos avances.
Hoy en día, todas las bibliotecas a nivel
mundial deben enfrentarse a la gestión de las tecnologías de la información. A pesar
del reto, esta gestión también se constituye como una vía de innovadoras
oportunidades de modificación en los soportes y técnicas de reproducción,
escritura y comunicación. Con ello, las bibliotecas tienen la posibilidad de
ofrecernos una mayor variedad de tipos de documentos digitales (dossiers,
tesis, tutoriales) que en otra variable requeriría reunir en soporte
tradicional escrito. Y, además, se ha de contar con la transformación radical
que supone el hecho de que las bibliotecas puedan gestionar su propia
información a muy bajo coste y sin la necesidad de modificar los criterios de
evaluación de dicha información.
Interior de la Biblioteca Nacional de Austria |
Modelo ejemplar de esta adaptación digital
son los equipos multidisciplinares de bibliotecarios, tecnólogos e
investigadores. Ellos impulsan las tecnologías con el fin de aumentar la
eficacia y facilitar la colaboración entre bibliotecas nacionales e
internacionales. Para citar algunas de estas soluciones destacamos WorldCat.Org, un catálogo de más de 2.300 millones de
ejemplares, o WorldShare
Management Services, una plataforma de servicios bibliotecarios en la nube.
Siguiendo este hilo, la autonomía de estas entidades hace autónomo al usuario. Es decir, el lector moderno es cada vez más independiente de sus bibliotecas, pero éste se sigue viendo obligado a consultar la información de alto nivel en su propia institución. Sin embargo, esto también provoca que el lector se “deslocalice” y pierda identidad, lo que asocia unos problemas a la hora de definir su perfil y extiende una competencia de portales, directorios, buscadores, etc. Éste es un camino largo que muchas bibliotecas aún tienen que explorar.
¿Son, pues, en su mayor parte ventajas? Bien
es cierto que los cambios tecnológicos pueden ser de muy distinto tamaño, pero
este en concreto supone uno a gran escala. Como consecuencia, resulta difícil
predecir y controlar el tiempo y costes invertidos, además de una tendencia al
estrés. Todo ello sin contar el factor amenazante de que pueda convertirse en
causa de recortes y reducción de plantillas.
Entre otras muchas cuestiones, la
tecnología es un factor de determinante en las bibliotecas. Tanto por su
capacidad de convertirse en un elemento fundamental para el rendimiento como
para lograr los objetivos para los que están deliberadas: cubrir las
necesidades de los usuarios actuales y futuros, mantener y desarrollar el acceso
a las colecciones como recurso de investigación.
BIBLIOGRAFÍA
- Varela Orol, C. “La gestión de la tecnología en las bibliotecas”, Universidad de A Coruña, Facultad de Humanidades (1999).
- D. G. “Las bibliotecas se adaptan a las nuevas tecnologías”, 20 minutos (2016).
- Chartier, R. “Aprender a leer, leer para aprender”, En Millán, José Antonio, coord.: La lectura en España. Informe 2008. Madrid: Federación de Gremios de Editores de España, Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2008, pp. 23-42.
- Corral, S. Strategic Management of Information Services: A planning Handbook. London: Aslib, 2000.
- Rebiun. Pautas para la elaboración del Plan tecnológico de las bibliotecas de Rebiun. [en línea]. 2003. [consulta 18/05/09]. Disponible en: http://bibliotecnica.upc.es/Rebiun/nova/InformesGrupoTrabajo/57.pdf
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